miércoles, 27 de octubre de 2010

Con o sin permiso...

HUMOR RACISTA

Por: El Papirri

Los años 2006,2007 y 2008 sufrí bastante por este asunto de las expresiones racistas en las calles, en los medios, en los teatros, la mayoría de ellas referidas a “indio e mierda” y dirigidas al Presidente Evo. Se volvió triste para mí ir a dar conciertos en Santa Cruz, mientras esperaba la prueba de sonido en el hotel, prendía la tele y empezaban los insultos al colla e mierda, o sea a mí, que acababa de llegar a tocárselos, a divertirlos, a sensibilizarnos. En el boliche-era un buen lugar, digamos de clase media alta cruceña donde trabajé por 15 años dando recitales- empezaban a llegar los comensales, al verme blancon desplegaban la lengua reclamando que los indios de mierda se estaban entrando hasta la hacienda de papá. El taxista afirmaba-sin conocerme- que yo era de Tarija, que tenemoj que hacer otro paij puej y voltearlo al indio y mierda. Una vez no pude más y le dije oiga porque Ud. no se mira al espejo con su cara de sirionó? Frenó en seco y me saco a empujones del auto con guitarringa y todo.

Otra vez fui contratado para tocar en medio de la función de Chaplin Show, una empresa de humor hecha por collas cochabambinos y orureños, prospera, en pleno Equipetrol. Antes de salir a escena me vino nauseas por los chistes come collas, donde el indio era una bestia, el colla un burro, las carcajadas salpicaban whisky importado como parte de un circo romano. Salí a escena de mal humor, sin éxito alguno. El asunto rebalsó cuando en otro boliche de trovadores un cruceño estiró la mano y me tapo la guitarra diciéndome que tenía que cantar Viva Santa Cruz, nuestro himno y escupía sulfúrico. Le dije que yo solo sabía dos himnos, el de Bolivia y el de mi colegio, que no sabía tocar aquella canción compuesta por el orureño Gilberto Rojas. En el entretiempo el susodicho ingresó al camerino con varios alterados diciendo colla y mierda y que no me dejarían tocar si no interpretaba música cruceña. Las que más agredían eran sus bellas mujeres. Decidí retirarme al hotel y no volver a tocar en Santa Cruz hasta que los aires racistas y violentos dejaran de contaminar, o sea hasta hoy.

En el 2008 acepté una oferta laboral de la compañía de humor Tralala Show, cuatro meses de funciones con un solo día de descanso a la semana, tanda y noche y un excelente salario. Me dieron un sketch con una actriz que hacía de limonera potosina antes de que cantemos juntos la canción Bien le cascaremos. Al leer el guión me sentí mal, me acorde de mi comadre Cornelia Veramenti del Grupo Norte Potosí. Yo tenía que actuar del k’arita que la había embarazado- y por lo tanto violado- y decir como pues, como pues, yo no he sido. Entonces le dije a la directora que no haría ese papel solicitando otro guión. Inteligente, me desafió a que yo hiciera el guión, entonces vino mi primera experiencia creando un sketch interesante donde la limonera se expresaba de manera racista contra mí, llena de prejuicio gracioso y al final superábamos el entredicho pues la canción que le gustaba había sido compuesta por el blancon. La limonera era una excelente actriz, Marianela Molina Travesi. De lo que no pude librarme en esta gira fue del sentimiento de asfixia cuando desde bambalinas escuchaba como otra actriz decía que el Presidente Morales debería ser entrevistado en Animal Planet.

No es necesario vilipendiar a nadie para hacer reír. No es necesario humillar al prójimo para generar carcajadas. Llegó la hora de que varios humoristas bolivianos replanteen la cosa, se serenen y dejen de humillar a las abarcas, a la hoja de coca, a lo indígena. Será el fin del humor colonial ? No creo, son estancias perdurables. Este momento debería ser más bien un desafío para que de manera creativa se traten de equilibrar los mensajes escénicos y desarrollar una comedia que nos refleje sin necesidad de avasallar al otro; reír con alegría genuina, con sorpresa de niños, con inteligencia y sutileza sin necesidad de mierdear a nadie. Ni en la calle, ni en la radio, ni en el escenario. Si no, van a generar la respuesta del otro extremo con el humor anti-k’ara que me va hacer renegar de nuevo y yo solo quiero reír, che.

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