Santa Cruz de la Sierra, Bolivia
10 de septiembre de 2008
Santa Cruz hoy
La gente que vive en Santa Cruz de la Sierra está para hoy amedrentada y esclava del terrorismo verdadero, no solo por la situación de desamparo social y político en el que la polarización política e ideológica que nos ha encerrado, a través de la mediatización masiva de la intolerancia, el racismo y la falta de visión política, que lava mentes incautas, sino también y de manera más artera y despreciable, por el avasallamiento del poder regional y el asalto sistemático a sus instituciones, desarrollando grupos de choque violentos, que con afanes regionalistas y apátridas, respondiendo a intereses vacíos del bien común, atacan indiscriminadamente a ciudadanos y autoridades que poco tienen que ver en el problema geo-político de nuestro país.
Este desmesurado problema que aqueja la ciudad y sus regiones allegadas, provoca un sopor incontenible en la ciudadanía, que ante la anomia y especulación, se nota desprotegida y sin garantías. Viviendo un régimen de terror maquinado cuidadosamente y entregado a la turba enfurecida, que descabezada y bien entrenada, reprime cruelmente a quien presente inflexivamente una opinión contraria a la depredación y el flagelo de sus semejantes. Todo ello con consecuencias desastrosas para la moral e identidad de quienes hasta ayer éramos bolivianos en buena ley.
La soltura con que las autoridades electas (y no electas, C.C.Pro S.C.) del departamento se mofan del vandalismo en nombre de las autonomías, expresa abiertamente las intenciones de desestabilizar aún más al país y encontrar el momento de desenvainar una batalla civil interna de degradación y separación del territorio o la restauración de las políticas que tan mal le han venido al estado en el pasado mediato.
Esta facilidad de palabra para los carajazos y las agresiones, los constantes mensajes arengando a la violencia y el saqueo, la impunidad con la que se exponen aquí y allá los delincuentes y perpetradores del golpe civil, refleja un carácter de facilismo que pelea por perpetuarse como modelo político para el estado, respondiendo a la oclocracia o poder de la mediocridad y el mercadeo de pegas, el clientelismo de las instituciones entregadas al mejor postor, privando de oportunidades valiosas a las clases desfavorecidas socialmente y a quienes se ha capado intelectualmente para que no generen conflictos a su favor, pero sean herramientas manipulables para la desestabilización como lo son ahora en 4, incluso 5 de los departamentos de nuestro país (se debe considerar el entorno directo provincial de Chuquisaca vs. Los movimientos ciudadanos).
Hoy por hoy no tenemos un punto de inflexión donde aferrarnos como esperanza de mejora, pero se mantiene el ánimo de levantar la voz para denunciar el ataque a las instituciones que forman parte de nuestros intereses, valores, impuestos y propiedad como bolivianos, para enfrentar por medio del raciocinio, y si hace falta, la intervención, a quienes deshonestamente nos manipulan y quieren que desestructuremos nuestra idea de formar parte de algo mayor a la región, de ser parte de un país, que ya sea a través de la reconstrucción constitucional, la refundación o la reestructuración geopolítica, representa un futuro para nuestros intereses personales y colectivos.
Por ello levantamos la voz a través de esta observación para evitar que más allá del Ministerio de Trabajo, Entel, los aeropuertos, Impuestos Internos, YPFB, GRACO y otros puntos de presión fascista, el próximo objetivo de esta desnaturalizada bandada sean ciudadanos opuestos a este movimiento, intelectuales y activistas, sus familias y propiedades. A través del amedrentamiento, el acoso, la persecución y agresiones, que es lo que vivimos ahora mismo.
Hágase saber que no es generalizada la postura de sublevación, teniendo en cuenta que muchos de nosotros no replegamos a nuestros hogares, con la certeza de que afuera nos esperan plomo y pateaduras, por nombrar algunas de las consecuencias de manifestarnos en iguales condiciones que ellos, si fuere posible, hacer notar, nuestra necesidad de reincorporar el sentido común y proponer por el bien común respuestas efectivas y directas a nuestros enfrentamientos, derivando a las instancias penales a los disidentes y apátridas que lograron forjar y colgar la espada de Damocles que pende de la voluntad sobre la población civil, indefensa y sitiada en nuestra ciudad.
Hasta la próxima.
Rebelde pregunta
Hace 3 años
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